…No me canso nunca de transmigrar.
Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.
¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda… y nos hace cosquillas!
(…) A mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores.
Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.
¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos…. y de los camaleones!…
(…) Cuando la vida es demasiado humana —¡únicamente humana!— el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?
Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia.
Extraído de “Espantapájaros” (1932) Oliverio Girondo
Lunes, 9, 8 h
Noche de insomnio a pesar de que tomé diez pastillas. Lloré. Me odio más que nunca y odio mi cara y mi cuerpo pues los miro a través de sus ojos. Odio mi cara que no supo fascinarla.
Amo y no sé qué hacer. ¿Qué se hace en este mundo civilizado cuando se ama así?
Diario, enero de 1961 (Lumen, nueva edición 2013).
Desde que te conocí supe lo peligrosa que serías y decidí correr el riesgo.
Sigo atrapada después de meses. No consigo soltarte.
Los ojos de mi alma ya no ven los atardeceres de la misma forma y todo me recuerda a ti.
Destrozada, con un dolor en el alma. Pero tranquila, porqué todo pasa. Nada es eterno, mucho menos lo malo.
Yo-u
Se destejen los días, las noches se consumen antes de darnos cuenta; Así nos acabamos.
Rosario Castellanos, Falsa elegía.
“Cada momento es efímero, pero justo ahí reside la magia de vivir.”
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Pedacitodecielo
¿Porqué será que se pierden mis ojos ante la vida? Es curioso saber de mi su ausencia y ver con claridad mi poca cordura en comparación con el comportamiento habitual, trazo, examinó aquel trazo y vuelvo a rayar. Al despertar del día no soy un cuerpo, soy más bien como una sombra que va tomando la forma de uno, que va tejiendo lentamente su pensamiento, cargando a su voz sus recuerdos. Cuando cae las gotas de la ducha... es más que agua, son melodías al reloj que se estiran a ser cajas. Cuando veo el cuando saliendo de mi boca le muerdo con los dedos, quiero detener su sonido en una sola oración. Mis pies son hierba que dejan rastros de tierra, mis brazos ramas que doblan a despedir las hojas, mi piel de viento que duerme al suspiro. Sigo sintiendo que no está la respuesta a mi extrañeza por más que la busco entre los trazos... Camino errando; dando pasos al revés, camino dejando mi silencio en cada paso, camino por gusto y amor ante esa vida ajena de mis días, tomando sus colores en paletas y coloreando a mi modo... a veces aceptando que de afuera no hay mucho por cambiar, que nadie vera mis telas y quizás es mejor así. Que no hay tela, no hay paletas o colores, solo mi sonrisa que camina por la boca y se presenta a ser vivida de la mejor forma.
“2. Desvivirse, debatirse por un objeto impenetrable es religión pura. Hacer del otro un enigma insoluble del que depende mi vida es consagrarlo como dios”
— Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes.