La vida y sus paradojas
A veces, lo más dramático nos trae un regalo, y lo más doloroso termina siendo agradecido. La manera es que obra la vida, suele tener estos toques de aparente ironía.
¿Cuántas veces la razón por la que nos quejamos y renegamos se transforma en una razón para agradecer?
La bendición comienza por darnos cuenta que estos eventos nos “despiertan” para mostrarnos algo nuevo, diferente, que en ausencia de este evento no hubiéramos notado. Ante lo inesperado, lo que nos duele o no podemos comprender, el ego se asusta y nos quedamos congelados en esa incertidumbre o ese dolor. Pero si comprendemos las paradojas de la vida, sabremos aquietarnos, no para dejarnos atrapar por el caos, sino para permitir que la vida comience a revelarnos lo que aún no podemos ver.
Lo que percibimos con mucho dolor, suele revelarse como una gran bendición.
Las cosas son más pequeñas de lo que las percibimos.
Lo que menos le interesa al ego, lo que evitamos, es donde encontraremos la puerta de salida.
NGC 6357, Celestial Cathedral
“Desde la infancia mi corazón y mi espíritu se inclinaban a la bondad y a los tiernos sentimientos aún cuando estaba siempre dispuesto a acometer grandes actos (…) Es el arte, y sólo él, el que me ha salvado. ¡Ah!, me parecía imposible dejar el mundo antes de haber dado todo lo que sentía germinar en mí, y así he prolongado esta vida miserable, verdaderamente miserable, con un cuerpo tan sensible al que todo cambio un poco brusco puede hacer pasar del mejor al peor estado de salud. Paciencia, es todo lo que me debe guiar ahora, y así lo hago.”
— Ludwig van Beethoven, «Testamento de Heiligenstadt»
La pérdida se convertirá eventualmente en una razón para vivir, entre la desesperación y la esperanza.
La forma más pura de amor es la consideración. Cuando alguien piensa en cómo te harían sentir las cosas. Presta atención al detalle. Te tiene en cuenta al tomar decisiones que podrían afectarte. En cualquier vínculo, lo mucho que se preocupan por ti se puede encontrar en lo mucho que te consideran
You can't measure the mutual affection of two human beings by the number of words they exchange.
Milan Kundera